viernes, 31 de mayo de 2013

Sitios en donde viví (Parte 4)


Ya les fui contando de los sitios adonde viví a lo largo de mi vida. Les relaté en las primeras tres entregas de esta serie sobre aquellos lugares anteriores a mi casa actual, incluyéndoles algunos recuerdos de cada uno de estos sitios.

Mi quinta mudanza me llevó entonces a donde estoy ahora. Es una casa en la que me siento bastante confortable. Cuando la adquirimos lo hicimos gracias a la ayuda de mi padres, y con la idea de que la familia podía crecer en algún momento no tan distante. Les decía que eso estaba en los planes con quien en ese momento era mi novio. Por eso aunque la casa era grande para nosotros dos solos, se pensaba que el mayor espacio y el tener un cuarto adicional podía venirnos bien luego. En fin, esa era la idea.


La casa estaba en bastantes buenas condiciones, aunque igual hubo que hacerle algunos arreglos y modificaciones. Se le cambiaron los pisos en las habitaciones (que antes eran todos con alfombra, lo cual me parece poco práctico y difícil de limpiar), se arreglaron temitas de humedad, también filtraciones en el techo (que por ser de tejas a cada rato hay que hacerle algún mantenimiento a decir verdad), se pintó toda (poniéndole colores a unos cuantos ambientes). Pasamos fines de semana enteros pintando y arreglando. Nos llevó como un año, pero finalmente estaba lista para que nos mudáramos.

Si bien estábamos cerca del departamento donde vivíamos (a tres cuadras, por lo que ni cambiábamos de barrio), decidimos contratar una empresa de mudanzas (la vez anterior habíamos ido llevando cosas en muchos viajes, mas a pulmón), y la verdad es que fue lo mejor que pudimos haber hecho, porque todo fue bien embalado, se hizo muy rápido, etc.

Los primeros días nos parecía un sitio muy grande. En realidad lo es, solo que uno se acostumbra luego. Mis amigas siempre me preguntan cómo hago para limpiarlo (sobre todo porque no tengo a nadie que me ayude, lo hago yo). Y la verdad es que tampoco es que se ensucie tanto, me las arreglo bien.

Tengo un patio con plantas (que se cuidan solas, la verdad es que sigo olvidándome de regarlas y cuidarlas, por suerte la naturaleza me da una mano), un amplio living, una cocina también grande, y un segundo piso en donde están las habitaciones. Ya subir y bajar escaleras se hizo normal y habitual.

Con quien era mi novio llegamos a convivir en este sitio un año más o menos. Luego se dio todo lo que ya les conté en el primer post del 2013: decidimos separarnos y seguir caminos diferentes. Se fue él de la casa que compartíamos, y comenzaba entonces mi primera experiencia de vivir sola.

Por suerte, como ya saben quiénes me leen hace rato, todo el proceso post ruptura lo llevé muy bien, así que esto último no fue problemático. Arreglé todo más a mi manera, y la verdad es que la casa se ve más ordenada desde que no están sus cosas. Le puse algunos adornos nuevos (como los distintos vinilos que ya también les fui mostrando en diversas oportunidades), y en definitiva adapté un poco el sitio.

Hoy en día lo comparto con mi gatito Ciro, a quien también conocen porque no puedo dejar de sacarle fotos y compartir las travesuras que hace. Este minino es un lindo compañerito, que me hace reir. Cada vez que llego viene contento a recibirme, a hacerse mimos o jugar. Su presencia se nota en toda la casa.

Lo que me deparará el futuro no lo sé. La idea de formar una familia y que la casa sirva para ella es algo que no está descartado. Por ahora vivo lo que se me presenta, la disfruto de esta manera. Voy dejando fluir las cosas, dejando que la vida me sorprenda a cada rato. Dicen que “el hombre propone y Dios dispone”. Por eso aunque algunos planes no se den como esperábamos, se nos presentan a su vez otros que también nos llevan a sitios lindos. Diferentes caminos, otros tiempos, pero la vida nos ofrece siempre oportunidades. Nos hace crecer, nos regala nuevos sueños. Nos vuelve a ilusionar, nos obliga a volver a barajar las cartas.

Esta es la historia transcurrida de los sitios adonde he vivido. El presente me encuentra aquí, feliz, contenta, reescribiendo algunas cosas, pero sobre todo disfrutando de la vida, agradeciendo lo que me da. Mi presente es lindo, y como bien me han dicho: “lo mejor está por venir”.


¿Les gustó la historia de mis mudanzas? Recibí en los post anteriores lindos mensajitos sobre el relato, y me contaban que los fue atrapando. Realmente me alegra, gracias por leerme. ¡Y buen viernes para todos!

jueves, 30 de mayo de 2013

Sitios en donde viví (Parte 3)

Vengo haciendo una serie de post sobre los sitios en los que he vivido. En la “Parte 1” les contaba sobre mis años infantiles, transcurridos en un departamento por Palermo. Luego les conté en la “Parte 2” de mis años de adolescencia (y un poco más), durante los cuales habité junto a mis padres y mi hermano en una casa que era de mi abuela. En esta tercera parte llegó el turno de hablarles del sitio adonde fui cuando me independicé, y encarando una vida en pareja.

Si bien ya no estoy con esta persona (separación mediante a fines del 2012), si ha sido alguien importante en mi vida, y con quien llevé a cabo esto de apostar a armar el nidito de amor. Llevábamos dos años saliendo, y las cosas iban bien como para plantearnos el irnos a vivir juntos. Nos fuimos a un departamento de tres ambientes, que estaba genial para los dos. Al principios con muebles prestados, y con muchas ilusiones. La convivencia fue siempre muy buena, para mí fue algo lindo de compartir hasta prácticamente el último momento de la pareja.

Mis primeras plantitas, en el balcón
El departamento era bien luminoso, con un balcón con vista a un boulevard. Teníamos allí una mesa con dos sillas, así que con frecuencia la usábamos y “balconeábamos”. Ideal para tomar mate una tarde de sol, o para alguna cena ahí si el clima también lo permitía. Tuve ahí mis primeras plantas. No soy muy buena jardinera, eso ya lo dije varias veces en el blog, pero algunas macetas tenía ubicadas en este espacio. Algunas de esas plantitas crecieron y las tengo actualmente, otras han quedado en el intento.

Nuestra habitación daba al balcón también. Si bien la persiana solía estar baja porque de noche sino era imposible dormir (el boulevard permanecía siempre muy iluminado). Cuando nos mudamos teníamos el colchón en el piso. Luego compramos un juego de dormitorio. Al igual que otros muebles de la casa que fuimos de a poquito adquiriendo: mi amado sillón rojo, los silloncitos Paulin.

Al igual que en mi casa actual, en este departamento ya habíamos puesto colores fuertes en el living. El rojo sobresaliendo sobre todo, también algunos toques en naranja. Este era el caso por ejemplo de las cortinas (las cuales me encantaban pero no les encontré lugar cuando me fui de ahí, por lo que terminé regalándoselas a una amiga).

En este departamento pasamos cinco años. La verdad es que puedo afirmar que fueron tiempos muy felices, y una hermosa experiencia.

Llegado un momento se dio la posibilidad familiar de adquirir la casa donde vivo actualmente. Esta es más grande, más amplia, y estaba pensada como apropiada para un hipotético momento de agrandar la familia. Eso estaba en los planes, y fue lo que motivó el cambio, aunque ahora sé que ese plan por el momento quedó sin efecto (por lo menos con esta persona, me encantaría que el futuro me trajera un reflote de ese proyecto, pero tiempo al tiempo, para eso hay que esperar, y ya la vida dirá).

En fin, a lo que iba es que teniendo estos temas en mente se efectivizó la que sería mi quinta y última mudanza (hasta ahora por lo menos). No fue algo que se diera de un día para el otro. Hubo que hacerle unos cuantos arreglos a la casa, pintarla, y acondicionarla. Esto llevó como un año. Finalmente estuvo lista, y llevamos a cabo las tareas de embalaje, y nos trasladamos para allí. Lo bueno es que quedaba muy cerca del departamento donde vivíamos, por lo que no estábamos cambiando de barrio, sino trasladándonos un par de cuadras.

 

(Continuará..)




miércoles, 29 de mayo de 2013

Sitios en donde viví (Parte 2)

En plan de contarles sobre los sitios en donde he vivido, les relaté sobre los lugares donde viví hasta mis doce años. Les contaba que llegada a esa edad nos mudamos a la que era la casa de mi abuela. También les dije que esta decisión no había sido fácil para mi familia dado que con ella no nos llevábamos muy bien. La verdad es que distaba de ser una señora cariñosa. No lo era con su hijo (mi papá), menos con su nuera (mi mamá), y tampoco con sus nietos (mi hermano y yo). Pero la situación del país obligó a reducir gastos y allí nos fuimos.


El gran amor de mi abuela había sido siempre su trabajo. Gran parte de su tiempo entonces lo dedicaba a ello. Como no pasaba mucho tiempo en su casa, la había dejado descuidar bastante, sin hacer arreglos que eran necesarios dada la antigüedad de la construcción. Ni hablar de que el estilo era muy anticuado, y pintado con colores bien oscuros. El jardín parecía una selva. Lo más parecido a una casa de terror era para ese entonces. 

Con nuestra llegada hubo varias remodelaciones en la casa (aunque los cambios de verdad llegaron después de que mi abuela partió al otro mundo, ocho años después).

En un primer momento yo compartí habitación con mi hermano. Esta convivencia era bastante difícil dados los estilos diferentes de cada uno en cuanto a horarios de dormir, etc. Supongo que el haber estado acostumbrados a tener antes cada uno su lugar no contribuía. La cuestión es que nos peleábamos bastante, y fue un alivio (para ambos, creo) cuando estuvo terminado su cuarto (que antes era una habitación para trastos varios y que hubo que remodelar) y cada uno volvió a tener su independencia.

De esos primeros tiempos de remodelaciones recuerdo que con mi hermano aprovechábamos a jugar con la arena y materiales que los obreros dejaban en el jardín. Me viene a la memoria una ocasión en que nos construimos una “pista de esquí” para los playmobil.  La pila de arena era la montaña en donde los muñecos practicaban sus habilidades (teníamos unos con el equipo de esquí, patines, palos, etc). Con baldosas sueltas habíamos hecho el refugio en la cima, y creo que hasta un teleférico habíamos logrado hacer. Eran épocas de mucha imaginación esos primeros años allí.

Vivir en una casa tenía también algunas cosas buenas como un jardín y una terraza. Por otro lado el estilo mucho no me gustaba. Ya les conté que era bastante antigua, y no demasiado bien integrada. Para llegar a las habitaciones había que atravesar un largo pasillo, y el comedor estaba ubicado en un sitio que no lo hacía cómodo, por lo que se usaba realmente poco y solo para ocasiones especiales.

Luego de la muerte de mi abuela pudimos llevar a cabo una remodelación más importante, que hizo la casa un poco más funcional y acogedora. Fueron varios años los que estuvimos en obra, ya que habiendo empezado la reforma nos agarró nuevamente otra situación complicada en el país: el corralito. Para quien sea de afuera y me esté leyendo, les cuento que corriendo el año 2001 hubo una seria crisis en Argentina (una de las tantas, la verdad es que ya estamos bastante acostumbrados a la palabra “crisis” por estos pagos). Esta situación hizo que se estiraran los plazos originales que se habían previsto, y que conviviéramos con obreros, polvo, y etc durante casi cuatro años.

Por otro lado, la mudanza de casa también implicó cambio de colegio. Yo viajé un poco durante el último año de la primaria (para no separarme de mis compañeros y compartir el viaje de egresados con ellos), pero luego el secundario lo hice en un colegio ya cerca del nuevo hogar. Nuevos compañeros, otros profesores, y también la llegada de mi primer novio (con el que estuve unos cuantos años).

Y pasaron así catorce años en esta casa. Me vio terminar el secundario, finalizar esa primera pareja, empezar y terminar mi carrera universitaria, empezar otra historia con quien sería mi segundo gran amor (con quien compartí los últimos ocho años). Fue precisamente esta última historia la que a mis 26 me empujó a una nueva mudanza. De nuevo la vida me llevaba a un departamento, en otro barrio (que me gustó mucho y que hoy sigo eligiendo). Llegaba entonces mi momento de independizarme y de probar la convivencia en pareja. Pero esta es otra historia, que les contaré luego.

 

(Continuará..)

martes, 28 de mayo de 2013

Sitios en donde viví (Parte 1)

Copiándome un poco de la iniciativa de “Plagiando a mi álter ego”, la idea es irles contando un poco de esos sitios en donde viví, y de los recuerdos que esos lugares me traen. He tenido 5 mudanzas en mi vida, todas dentro de la ciudad de Buenos Aires, pero dentro de distintos barrios. He estado en departamentos y en casas, de forma casi que alternada. El post de hoy trata sobre mis dos moradas iniciales, y abarca mis primeros 12 años de vida.

De mi primer residencia no tengo mucho que relatarles más que lo que se por medio de mis padres, porque yo era tan pequeña que no recuerdo nada de ese lugar. Estuve desde que nací hasta que tuve un añito en un departamento del barrio de Belgrano. Sé que estaba cerca de una plaza a donde solían llevarme, y que a la vuelta de este había una verdulería en la que una vez le cobraron tan caro un repollo a mi madre que les hizo la cruz y nunca más volvió (vaya que sería caro para que esta anécdota haya traspasado los años, lo gracioso es que siempre se acuerda lo indignada que estaba por haber pagado “un repollo de oro”). Según mi madre era un sitio pequeño, en donde mis progenitores pasaron el comienzo de su matrimonio. Para cuando yo llegué necesitaban un lugar más grande, y por eso ni bien pudieron hicieron la mudanza.

De este segundo departamento tengo muchísimos recuerdos, todos muy ligados a mi infancia. Era un edificio por Palermo, y nosotros vivíamos en el piso 12. La vista era linda (aunque daba a un pulmón de manzana si uno estiraba un poco la cabeza para el costado llegaba a ver los “Bosques de Palermo” y más allá el Rio de La Plata). Quedaba apenas a una cuadra del “zoológico de Buenos Aires”, sitio lindo de visitar y del que hablé en este post.

Comiendo algo (y manchando todo el piso en el intento) -  1981

Dia de reyes - enero 1983

Lavando mis piecitos en una bañadera de juguete - 1983 ¿no es gracioso?
 La cercanía a estos grandes parques y al zoológico fue algo que disfrutamos mucho en aquellos años infantiles. Íbamos seguido a ambos lados. En esa época era gratuito visitar el zoo, por lo que pasábamos a ver a los animales en forma diaria (de hecho, lo usábamos para acortar camino y llegar al colegio).

Abriendo regalitos - 1983
Una vecinita que vivía en el mismo edificio fue de mis primeras amigas, y de hecho es actualmente mi amistad más antigua. Si bien ella está viviendo ahora en España, seguimos en contacto y la sigo considerando mi amiga del alma. El recuerdo de este edificio está ligado estrechamente a esos años que compartimos con Mari, llenos de juegos y travesuras. Hace casi un año hice post dedicado a ella, y les conté sobre picardías varias que solíamos hacer de niñas. Se los conté aquí.
Recien salida de la ducha - 1983 - Notese lo retro del tocadiscos y la tele

También fue en este lugar que tuvimos nuestra primera mascota. Sé que dije que iba a hacer post (y nunca lo hice) sobre Sandy, ese primer gatito que fue tan especial y que nos acompañó tantos años. Cuenta pendiente ya que ese minino realmente se merece un post aparte.
Dormida en la alfombra

Volviendo un poco a este departamento, recuerdo sus pisos de madera clara, los amplios ventanales del living, y una cocina pequeña pero en la que entraba una mesa redonda que usábamos de comedor diario.

tren de juguetes (y ahi atras yo como una pasajera mas) - 1983
Para cuando estaba yo por cumplir los doce años nos mudamos nuevamente, esta vez a la casa en donde vivía mi abuela paterna. La decisión de ir ahí no fue fácil de tomar para mis padres. Implicaba perder bastante la independencia familiar, y la realidad es que no había muy buena relación con mi abuela. No era precisamente la imagen de ancianita querida que muchos tienen, sino más bien una mujer bastante mala y egoísta (lo más parecido a la bruja de los cuentos). Pero la realidad es que las cosas no estaban demasiado bien en el país (en uno de esos ciclos económicos que causan inseguridad en la población) y decidieron que era mejor reducir gastos y comodidades en post de tener cierta tranquilidad sobre el techo. Mis padres trabajaron siempre para el estado, y en esos años la estabilidad laboral no era muy buena ahí, y se asustaron ante una ola de despidos masivos en ese sector. Por suerte nunca les tocó a ellos ser parte de los afectados, pero en ese entonces no se sabía, y eso motivó que embaláramos nuestras cosas y nos dirigiéramos hacia el barrio de Colegiales, a convivir con la bruja (digo, con mi abuela..).


(Continuará..)

lunes, 27 de mayo de 2013

Hoy compartimos: "Un lugar donde perderse"

El día de hoy nos encontramos con un nuevo “Hoy compartimos”, día de quedada mensual en que algunos blogs de distintos países nos ponemos de acuerdo en escribir sobre un tema en común.
El tema de esta fecha es “Un lugar donde perderse”. Me parece que viene como anillo al dedo para relacionarlo con la sección “Rincones de Buenos Aires”.
Esta bella ciudad tiene tantos sitios lindos para perderse que podría estar horas recorriéndola y escribiendo sobre ella. Por eso voy a focalizarme en uno solo de sus rinconcitos, para hacerles un breve paseo virtual e invitarlos a que se pierdan en las imágenes y el relato. Quiero trasportarlos hoy al emblemático barrio de La Boca.
Debe su nombre a que es precisamente en esta zona en donde se encuentran las bocas del Riachuelo, en donde sus aguas desembocan en el Río de la Plata. Muchos historiadores coinciden en señalar que La Boca es el lugar en donde Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Santa María de los Buenos Aires, en 1536. Durante varios años, la boca del Riachuelo fue el puerto natural de Buenos Aires, pero debido a problemas tales como la poca profundidad de las aguas, los bancos de arena y las considerables crecientes y bajantes, entre otros, el puerto se trasladó más hacia el norte de la Ciudad.
A fines del siglo XIX comenzó a instalarse allí una pujante y creciente comunidad italiana con preponderancia de origen genovés que, poco a poco, fueron dándole vida y personalidad al barrio. Con el tiempo se fueron incorporando otros grupos de inmigrantes, españoles, griegos, alemanes y algunos dispersos grupos de franceses y sajones. La Boca se caracterizó por ser un barrio de habitantes divertidos, ruidosos y melancólicos.
Dada su gran sensibilidad para el arte, en el barrio han nacido cantores, músicos, poetas y artistas plásticos, muchos de los cuales han ocupado lugares significantes en el sentir popular.
Lo que caracteriza este lugar es el gran colorido que predomina en sus calles, en las paredes de las casas. La Boca presenta una particular arquitectura, casas de madera y chapa, ambas con balcones de hierro que aún se conservan por las calles del barrio. Los colores de las casas representan una innumerable variedad que deviene de los sobrantes de pintura que los marineros traían a sus casas, como la pintura era costosa, y la cantidad escasa para pintar toda la vivienda de un mismo color, se aprovechaba hasta la última gota, por lo tanto, se pintaba primero los marcos hasta agotarla, para pasar luego a las paredes y pintar hasta donde alcanzara. Allí para donde uno levanta la vista ve colores vivos y vibrantes.
Una de sus calles más pintorescas y tradicionales es “Caminito”. En este sitio convergen turistas, feriantes, artistas callejeros, y es en definitiva un lindo lugar para visitar y perderse. ¿Han tenido ya la oportunidad de hacerlo?
 
 












Los invito ahora a leer lo que los otros blogs participantes de la quedada tienen para compartirnos:

Amor por la decoración
La Fragua
Manualizando
Vainilla, coco y algo más.
Mi pequeño gran mundo.
Con encanto...
Mums & Kids Madrid
Nika vintage
Mamy a la obra
La bici azul
Miss soluciones-Pángala
Ruth simple life
La chacha dot.com
El perro de papel
El horno de mami
Mi casa por el tejado
Hampton shabby chic
Ilusiones de chocolate
El Peku
Your planter
Decoestilo
I want it i need it
Tazas y cuentos
Vero Palazzo
La casita del lago
Objeto transicional

viernes, 24 de mayo de 2013

Reto de las 52 semanas - Foto Nro. 21


Esta viene siendo una semana algo complicada. En la oficina con muchas corridas, básicamente por la transición con los nuevos dueños, los apuros que estos traen (bastante diferente a como nos manejábamos hasta ahora) y la falta de comunicación por otro lado.

Preparando información varia, con reuniones algo interminables (lo cual incluyó un par de salidas después de hora), humores cambiantes en todos (la intolerancia a la orden del día), almuerzos que a veces se reducen a minutos para seguir con las labores, noticias de compañeros que se van de la empresa (previsible que empezaran a aparecer casos de gente que prefiere probar suerte en otro lado a bancarse estos cambios tan cargados de incertidumbre), embalaje de cosas por la inminente mudanza (en teoría programada para la próxima semana, así que estamos tapados por cajas).

En fin, panorama nada alentador, así que es un desafío cada día encararlo con una sonrisa y optimismo. Ayer publiqué post en donde compartía unas lindas palabras sobre como depende de la actitud de uno el que se tenga un lindo día o no: ¿Como va a ser tu día hoy?. La verdad es que no podía venir como mejor recordatorio para mí misma (además de que espero que a ustedes les haya servido como reflexión).

Por lo pronto hoy es viernes, y eso siempre ayuda a estar de buen ánimo. El fin de semana está ahí a la vuelta de la esquina, y con este la posibilidad de hacer salidas, descansar, distenderse, juntarse con los seres queridos.

Para la foto Nro. 21 del desafío de las “52 semanas” les dejo entonces una del Lago Nahuel Huapi, tomada durante mis últimas vacaciones. Ver esa aguas calmas y tranquilas me hace bajar un poquito el ritmo, aunque sea por un rato, y soñar en estar nuevamente por esos paisajes impresionantes. Lindo que sería..

Que tengan un excelente fin de semana. ¿Ya hay planes?

jueves, 23 de mayo de 2013

¿Como va a ser tu día hoy?

Les comparto unas lindas palabras que me llegaron por e-mail. Las mismas invitan a reflexionar sobre la clase de día vamos a tener, y a descubrir que eso es una elección que cada uno hace, sobre la que tenemos gran poder de decisión.

 ¿Cómo va a ser tu día hoy?

Esta mañana desperté emocionado
con todas las cosas que tengo que hacer
antes que el reloj sonara.

Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante.
Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.

Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso
o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas.

Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero
o puedo estar contento que mis finanzas me empujan
a planear mis compras con inteligencia.

Hoy puedo quejarme de mi salud
o puedo regocijarme de que estoy vivo.

Hoy puedo lamentarme de todo
lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo
o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.

Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas
o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.

Hoy puedo autocompadecerme por no tener muchos amigos
o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas relaciones.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar
o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela
o puedo abrir mi mente enérgicamente
y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.

Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar
o puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi mente, cuerpo y alma.

Hoy el día se presenta ante mi esperando a que yo le de forma y aquí estoy,
soy el escultor. Lo que suceda hoy depende de mi,
yo debo escoger qué tipo de día voy a tener.

Que tengas un gran día... a menos que tengas otros planes.


miércoles, 22 de mayo de 2013

Fiesta Virtual "Aca me siento yo"

Hoy hay fiesta virtual en el blog “Colorín Colorado”. Marcela nos invita a compartir el siguiente tema: “Aca me siento yo”. La idea es mostrar la silla favorita de cada uno, y explicar el motivo de la elección.

En mi caso es bastante fácil porque debo decir que no tengo tantas sillas dando vueltas por la casa. Están las de la mesa del living, la del cuarto de la computadora (la de escritorio, la cual no uso desde que tengo la notebook, la pobre quedó como pieza de museo), un par de sillitas plásticas en el patio, y un par de banquetas para cuando hay invitados.

Pero ninguna de las anteriores es mi preferida. La que se lleva los elogios el día de hoy es roja (¿de que otro color podía ser estando en mi living?) y en realidad no es una sola sino que son dos, ya que tengo un par de silloncitos “Paulin” a los que adoro.

 Los mismos están basados en el modelo 437 de Pierre Paulin. Este fue un mítico diseñador francés que revolucionó la concepción del mobiliario. Fue considerado experimental, y se caracterizaba por diseños elegantes, coloridos y modernos.

El modelo es super cómodo, y además de una forma que me encanta. Cuando los ví quedé enamorada de ellos, y por eso encargué dos en cuerina roja (para que combinaran con el sillón que ya tenía).

Estoy contenta con ellas, y sé que llaman la atención cuando la gente viene a visitarme. Enseguida comentan lo lindas que son, quieren probarlas, etc.

Mi gatito sentadito en el sillón "Paulin"
¿Las conocían? ¿Les gustan los muebles de diseño moderno? ¿O prefieren algunos más tradicionales?

Aca se está durmiendo parece (o se había cansado de que le saquen fotos)
Los invito a visitar a la anfitriona de la fiesta en su blog, y descubrir ahí aquellos asientos que el resto de los participantes tiene para mostrarnos.


martes, 21 de mayo de 2013

Gatito borrachín

Para el post de hoy les traigo otra foto de mi gato haciendo de las suyas. Esta vez incursionando en el mundo del alcohol parece, porque como verán lo agarré pasándole la lengua a las botellas de cerveza, muy emocionado.

El sábado a la noche me pasaron a visitar y de cena hubo picada, acompañada por un par de botellitas de cerveza Barba Roja (¡muy rica!). Y como el minino ya se sube a todos lados (yo lo bajo de la mesa cada vez que se sube, pero es un michi persistente) aprovechó a curiosear que había de rico por ahí. Me causó mucha gracia.

En la segunda foto lo vuelven a ver sobre la mesa, en una clara demostración que le importa poco que yo lo baje de ahí. ¡Evidentemente no tengo autoridad con este sujeto de cuatro patas!

¿verdad que está lindo?