viernes, 28 de octubre de 2016

La meditación guiada y el subir la montaña


Hace unos días una amiga me dijo que tenía ganas de ir a unas prácticas de meditación guiada, y me invitó a acompañarla. Ella no está pasando un buen momento ya que su pareja está muy enferma, así que por supuesto que enseguida le confirmé que iba. Una forma de apoyarla, y que al mismo tiempo fue muy positiva para mí. Yo venía transitando algunos días con el ánimo un poco más caído, así que la idea de reconectarme también me pareció atractiva.

El lugar me quedaba medio trasmano, pero tampoco era tan lejos. Al salir del trabajo me dio tiempo de tomar un café, y de ahí ya nos encontramos con ella. Éramos unos cuantos, por lo menos quince personas, la mayoría mujeres. El encuentro se llevaba a cabo en una habitación que invitaba a la paz. Con un par de cuencos y gongs que hicieron sonar a su debido tiempo, con cómodos almohadones y pequeñas luces en guirnaldas que daban un lindo ambiente.

La chica que guiaba tenía una bonita voz, y nos invitó a relajarnos, cerrar los ojos y seguir con la mente sus palabras, irnos metiendo en el ejercicio.

La propuesta incluía visualizar que íbamos a subir una montaña. Nos indicó que reparemos en cómo íbamos vestidos, en el calzado que llevábamos, en la mochila que cargábamos. Nos decía que notemos que llevábamos en ella, que dejáramos algo si lo necesitábamos.

Luego nos invitaba a seguir un sendero, a escuchar los sonidos de la montaña, a sentir el sol y el viento, a observar los alrededores, etc.

Yo soy amante de las montañas así que fue una visualización super grata. Me venían imágenes de sitios en los que ya he estado, de senderos por los que fui. Mi camino era una mezcla de ellos, pero en todos me iba sintiendo libre, en calma. Para el momento en que iban a sonar los cuencos con su particular vibración nos pedía que escogiéramos mentalmente un sitio para sentarnos, para observar, para dejarnos llevar. En ese momento yo tenía las imágenes de la cima del Tronador, justo frente al refugio Otto Mailing. Ya les he contado alguna vez la belleza de ese sitio, lo lindo de su vista, en la que se puede apreciar la cordillera.

Luego de eso puso la música de un mantra de Deva Premal, que es una cantante que a mí me encanta.

Al finalizar todo eso nos pidió que fuéramos siendo conscientes de nuestro cuerpo, y de a poco que abriéramos los ojos. También nos pedía que compartiéramos si queríamos nuestra experiencia, como nos habíamos sentido, que nos habíamos encontrado en el recorrido.

Lo interesante es que cada uno fue comentando vivencias sumamente diferentes. Había quienes habían disfrutado mucho. Otros a los que les había costado. Los que habían sentido la pesadez en las piernas del ascenso. Los que habían decidido deshacerse de cosas que llevaban en la mochila. Otros que ni notaron que la llevaban. Alguno que se vio descalzo. Otros que se cruzaron con gente en el camino. Hasta una que en la cima decía que se había encontrado con puestos en donde vendían artesanías! En fin, muy variado. Estuvo muy lindo ese compartir, porque muestra que cada uno toma lo que necesita, que procesa de diferentes formas, que las realidades son únicas para cada uno. A partir del mismo relato había historias muy distintas.

Luego de todo esto se le daba un cierre al encuentro compartiendo un té.

Aunque llegué tarde a casa me pareció una linda experiencia, la que con mi amiga nos prometimos repetir pronto.

¿Han asistido a meditaciones guiadas? ¿Les gusta la idea? ¿Cómo se sienten en ellas? ¿Pueden dejarse ir y visualizar? ¿Se les da fácil o les cuesta?

¡Que tengan un bonito fin de semana!




lunes, 24 de octubre de 2016

Los libros de septiembre


Aunque estamos casi terminando octubre yo recién tengo un ratito para contarles sobre mis lecturas de septiembre. Fueron unas cuantas ya que tuvimos unos días de vacaciones y por lo tanto con algunos ratos de ocio para leer entre paseos.

 
La corona, de Kiera Cass.
Durante el mes anterior había leído los anteriores, así que me faltaba el final de la historia. Ya les conté entonces antes que es una novela romántica con estilo palaciego y en el que se está llevando a cabo un proceso de selección para elegir al futuro marido de la heredera al trono. La princesa debe elegir aquí entre los candidatos que han quedado, que ya no son muchos.
Aunque le cuesta bastante decidirse, al final termina siguiendo los dictados de su corazón aunque ello signifique no ajustarse exactamente a las reglas del proceso.
De todos los de la saga, este es el que menos me ha llegado.

 
El teorema Katherine, de John Green.
Esta lectura por momentos me gustó y por momentos no tanto. Es un chico que siempre se enamora de chicas llamadas Katherine, y al que todas ellas lo han dejado. Como es un poco nerd y le gustan las matemáticas comienza a pensar en una fórmula que le permita explicar esas rupturas y prevenir otras. Lo va haciendo de a poco y en el marco de un viaje que emprende junto a un amigo. Durante esta escapada es que llegan a un pequeño pueblito donde conocen a una chica que termina haciéndose amiga de ellos. Una serie de experiencias que lo ayudan a sanar emocionalmente y también a formular su teorema.
 

Las sombras de la memoria, de Mercedes Guerrero.
Maribel Ordoñez heredala casa familiar luego de la muerte de su tía. Allí se reencuentra con recuerdos de su infancia y de su padre con el que supo estar muy unida cuando este vivía. La gran casa oculta algunos secretos del pasado. Allí encuentra dos pasajes escondidos con obras de grandes artistas de la talla de Matisse y Picasso, así como obras pintadas por su abuelo. Los acontecimientos se precipitan. Cuando el experto al que acude es asesinado, ella se convierte en la principal sospechosa. Con la policía pisándole los talones, deberá descubrir la verdad acerca de las obras antes de que sea demasiado tarde.
Es interesante para pasar el rato.

 
El tiempo entre costuras, de Maria Dueñas.
Este libro me encantó, y luego de terminarlo comencé a ver en Netflix la serie. Esta es una adaptación muy bien hecha y que realmente le es fiel en casi todo. Un hermoso complemento a lo que ya había leído, y que disfruté mucho.
Sira Quiroga es una joven modista que abandona Madrid para irse con Ramiro, un hombre al que apenas conoce, pero del que se ha enamorado con locura, y por el cual abandona a su novio y deja sola a su madre. Juntos se instalan en Tánger y comienzan a establecer relaciones sociales. Al principio de su estancia en la ciudad todo marcha de maravilla. Pero la vida de Sira da un giro inesperado: Ramiro la abandona llevándose todo su dinero y dejándola con una deuda enorme. Se ve obligada a trasladarse aTetúan, por aquel entonces capital del Protectorado Español de Marruecos. Funda allí un selecto taller de alta  costura, aunque para sus comienzos tiene algunas ayudas no muy legales.
Enseguida termina siendo reclutada por los ingleses para hacer de espía y recoger información de los alemanes. Con astucia logra llevar a cabo encargos peligrosos y tener un papel activo dentro de los servicios secretos de información.
 

Yo soy Malala, de Malala Yousafzai y Christina Lamb.
Es el relato de una familia desterrada por el terrorismo global, de la lucha por la educación de las niñas, de un padre que, él mismo propietario de una escuela, apoyó a su hija y la alentó a escribir y a ir al colegio, y de unos padres valientes que quieren a su hija por encima de todo en una sociedad que privilegia a los hijos varones.
Cuando los talibanes tomaron el control del valle de Swat en Pakistán, una niña alzó su voz. Malala Yousafzai se negó a ser silenciada y luchó por su derecho a la educación. El martes 9 de octubre de 2012, con quince años de edad, estuvo a punto de pagar el gesto con su vida. Le dispararon en la cabeza a quemarropa mientras volvía a casa de la escuela en autobús, y pocos pensaron que fuera a sobrevivir. Sin embargo, la milagrosa recuperación de Malala la ha llevado en un extraordinario periplo desde un remoto valle en el norte de Pakistán hasta las Naciones Unidas en Nueva York. A los dieciséis años se ha convertido en un símbolo global de la protesta pacífica, y es la nominada más joven de la historia para el Premio Nobel de la Paz.
Yo había visto el documental hace algunos meses. Este se corresponde perfectamente con el libro, y lo recomiendo porque hace reflexionar. Al ser una cultura tan diferente a la occidental hay situaciones que cuestan imaginarlas. Otras que parecen totalmente aberrantes. No por eso dejan de ser ciertas, y de reflejar una realidad muy dura para las mujeres. Vale la pena leerlo.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Ilusionarse, pero no.



Hace más de año y medio que estamos en el camino de la búsqueda de un bebé que no llega. Es duro, con momentos mejores y otros no tanto. Algunos en que estoy más fuerte y confiada, otras en que me siento más triste.

Cultivar la paciencia es algo que tenemos que hacer. Hay temitas para solucionar. Ya les había contado en marzo lo que nos había dicho el médico, en este post.

Con posterioridad a ello fuimos al andrólogo, y él está en tratamiento con unos medicamentos magistrales para ver de levantar los valores que estaban mal. Ya lleva unos tres meses de estas tomas, aunque sabemos que recién a fin de año tiene que hacerse un nuevo estudio para ver si algo mejoró. Antes ni vale la pena. Es que estos temas son así, largos, desgastantes. Hay que darle tiempo, no hay mucho más que se pueda hacer.

El médico nos dice que igual sigamos buscando, que nunca se sabe. Que no sería lo lógico que tuviéramos novedades a esta altura del tratamiento, pero que siempre puede haber una mínima posibilidad.

Yo siempre fui de tener ciclos largos y no muy regulares. Todo parte de la poliquistosis ovárica, la cual estoy tratando con la metformina.  Por eso para considerar un atraso la verdad es que tienen que transcurrir unos cuantos días. A veces me permito ilusionarme un poco. Cuando se va demorando más de la cuenta empiezo a pensar “y si esta vez fuera?”. Es inevitable. Claro que cuando no se da duele bastante, porque se dio lugar a la imaginación.  El soñarme con pancita, el sentir que puede darse.

Venía con unos días de atraso. Estaba deseando creer en el milagro. Claro que recién en el baño vino el balde de agua fría. No era. Solo mi cuerpo desprolijo e irregular. No hay bebé, no hay embarazo. Por ahora son solo sueños.

Y me siento triste. Estoy en la oficina y quiero llorar. ¿Cómo concentrarme en una planilla de Excel? ¿Cómo pensar en el presupuesto de la compañía? Solo quiero llorar.

No es fácil. A veces no lo es.

Ya me levantaré. Otro día habrá lugar para ilusionarme de nuevo. Para pensar en que “esta vez si es”. Ojalá.

 

viernes, 14 de octubre de 2016

Estos días. Post popurri.


Estos días vengo algo ocupada, así que no he tenido oportunidad  ni de seguir trabajando las fotos de las vacaciones, ni de hacerles resumen sobre los libros leídos en septiembre (se juntará con post de octubre a este ritmo, aunque este mes me tiene también medio dispersa en ese aspecto).

Lo bueno es que la falta de tiempo se ha debido en gran parte a reuniones y festejos.

Como el del cumple de la hija de una amiga, que ayer festejó sus seis añitos. En un pelotero había un montón de niñitos corriendo y a los gritos, saltando en inflables y jugando un montón. Ella estaba hermosa, y sopló las velitas vestida de princesa.

Hoy vamos al casamiento de otros amigos. El finde pasado fue la despedida de solteros, que fue una salida tranqui en un bar pero en la que lo pasamos muy bien. En este momento en que les escribo deben estar dando el sí en el registro civil. ¡Qué emoción! A mí me hubiera gustado asistir pero por temas laborales no podía. Más tarde a la fiesta si voy, y promete ser divertido.

También estuve haciendo sesión de fotos de cuatro meses para el ahijado de mi marido. La hicimos en casa, con unos fondos que compré y tres cambios de ropa. Pude retocar unas pocas fotografías todavía, y me alegra verlas porque están hermosas.

La verdad es que no ha terminado de despegar mucho el tema de las fotos, hasta ahora solo he tenido una clienta paga, el resto todo de onda para amistades. Menos mal que no me dedico a esto como medio de vida, sino me moría de hambre. En fin, no pierdo las esperanzas de poderle ver algún rédito económico también, mientras tanto sigo perfeccionando y me divierto un poco con este tema aunque sea por el mero amor al arte.

Este domingo se festeja en Argentina el día de la madre. Vamos a hacer reunión en casa, vienen unos cuantos así que mañana tengo que dedicarme a hacer limpieza y compras. Espero que salga todo bien, siempre es lindo reunirse con la familia.

Para todas las que son madres les deseo que pasen un hermoso día. Que disfruten de la bendición que la vida les ha regalado.

martes, 11 de octubre de 2016

Mirador Bandurrias y Playa La Islita

Una de las cosas lindas que tiene San Martín de los Andes es la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza y disfrutar de maravillosas vistas sin alejarse mucho.
Vista desde el mirador

Escogimos como plan del día visitar el Mirador Bandurrias y “La Islita”. A ambos lugares se puede acceder en auto, pero nosotros fuimos por el camino para peatones que es muy accesible y también lindo para recorrer.

Con mi amor contemplando el lago. Hago trampa, él esta subido a una piedra y parece mas alto que yo, pero tenemos la misma altura.
La senda comienza a un costado del lago, al final de la calle Juez del Valle. Está muy bien señalizado, siguiendo los carteles uno no se pierde.

Hermosa vista del lago y las montañas
El camino nos adentra en tierras de la comunidad  mapuche, y se  transita por un bosque. Luego de un rato de caminata la senda asoma al camino principal. Yendo hacia la izquierda se llega al mirador, el cual es un promontorio rocoso con bella vista. El inmenso lago y las montañas que lo circundan hace que uno se tome un rato para parar allí y disfrutar del paisaje.

Allí estábamos cuando comenzaron a llegarme mensajitos al celular. Un grupo de amigos que se saludaba dando comienzo a la jornada laboral. Qué bueno poder contestarles desde ese sitio donde estábamos (y mandarles un par de fotitos para la envidia de quienes estaban en la oficina en ese momento).
Momento de contemplación
Ovejas en el camino

Al rato decidimos seguir hacia La Islita, que es una pequeña playa frente a una isla rocosa. Supuestamente se puede llegar nadando a ella, claro que nosotros ni metimos un dedo en el lago helado.

Playita
La Islita
Para llegar allí se sigue por el camino una media hora. De nuevo se atraviesa un bosque, y al costado se encuentran casas de pobladores y la escuela rural.

Como no era temporada y además era bastante temprano no encontramos tampoco a nadie por estos lados. La playa para nosotros solos, así que pudimos sacar algunas fotos y parar un rato a descansar allí.

Para la vuelta tomamos el mismo camino. Estuvimos de regreso para la hora del almuerzo, así que fuimos a uno de los barcitos de la ciudad.

Vista desde el camino de regreso. La ciudad de San Martin de los Andes. Precioso!
Ese día aprovechamos también a dormir siesta ya que la tarde estaba un poco fría y ventosa. ¡Que bueno poder darse tiempo para ese descanso!. Además nos vino bien tras la caminata.

¿Les gustó el paseo?

viernes, 7 de octubre de 2016

Pequeños amigos alados


Ando con poco tiempo hoy para ponerme a escribir, pero no quería dejar de poner unas líneas por estos lados. Sobre todo porque se viene finde largo y dudo poder darme una vuelta por aquí esos días.

Nos quedamos por la ciudad, pero ya hay algunos planes. Mañana vamos a la despedida de solteros de una pareja amiga, y eso siempre es divertido.

También tengo turno en la peluquería para sacarme el desgastado de puntas y volver a mi color original. Andaba con ganas de cambiar un poco el look, espero que quede lindo.

No he tenido mucho tiempo para seguir procesando las fotos de las vacaciones. Con suerte este fin de semana pueda dedicarme un ratito a eso.

Mientras tanto les dejo algunas de las que saqué una tarde frente al lago Lacar.  Estábamos sentados charlando y tomando unos mates cuando se nos acercaron varios pajaritos. Preciosos, muy atentos a lo que hacíamos. Estuvieron un ratito nomás, pero pude captarlos con la cámara. Enseguida se trasladaron algunos metros adonde una pareja también tomaba algo, solo que ellos lo hacían acompañados de unas galletitas. Y las aves son interesadas, eso lo sabemos todos.

Compañía efímera entonces, pero no por eso dejaba de ser bonito contar con la presencia de estos pequeñines. ¿Verdad que son lindos?

¡Buen fin de semana!



miércoles, 5 de octubre de 2016

Villa Traful

Uno de los primeros paseos que hicimos en estas vacaciones fue  ir a Villa Traful. Desde San Martín de los Andes tomamos el camino de Siete Lagos para dirigirnos a este sitio. Como alquilamos un auto estábamos cómodos, manejando nosotros los horarios y el cuándo y dónde parar. De hecho durante el camino nos detuvimos en un par de miradores con unas vistas increíbles de los diferentes lagos.
Camino a Traful. Ruta de Siete Lagos

Las primeras fotos son desde estos puntos, en donde se ven las montañas reflejadas en el agua. Hacía frio y estaba algo nublado para cuando comenzamos el recorrido.
En uno de los miradores sobre la ruta

Montañas reflejadas en el agua
Una vez que se toma el desvío para Traful se recorre un camino de ripio que en su mayoría del trayecto va bordeando el lago, por lo que es también bastante pintoresco.

La localidad es pequeña pero vistosa. Con respecto a la última vez en que la visité (hace unos seis años) distinguí enseguida uno de los cambios principales: el asfalto bordeando todo el paseo costero. Esto era algo que no estaba  en esa oportunidad.

Iglesia en la colina
El perro nos divisó y vino a hacerse amigo
La antigua iglesia tiene una ubicación privilegiada sobre una pequeña colina. Justo había salido el sol brillante en ese momento, así que las fotos tienen unos colores asombrosos. Un perrito nos divisó y enseguida se hizo nuestro amigo. Nos acompañó al muelle, en donde jugamos un poco con él y otro compañero canino.


Uno de los muelles
Jugando con los perritos
Con mis nuevos amigos perrunos
Almorzamos unos sándwiches sentados en la playa junto al lago. Bajo el sol se estaba agradable y hasta pudimos quitarnos un poco los abrigos y recostarnos ahí disfrutando del paisaje. El perrito como fiel compañía se sentó junto a nosotros, alternando su descanso con baños en el agua helada. Se entretenía sacando piedras del agua con su boca y dejándolas luego en la arena.

Aunque estábamos con el auto decidimos ir caminando hasta un mirador precioso que quedaba a 4km siguiendo la ruta.  Fue un buen ejercicio del cual terminamos algo cansados ya que la vuelta implicó hacer nuevamente esa distancia. La vista igual allí es majestuosa y vale la pena.

Perrito acompañandonos en la playa
Nos sentamos un rato en un bar frente al lago para descansar los pies y tomar un helado, antes de decidir volver a la hostería.
Hermosa vista desde el mirador
Vista desde el mirador

¿Conocen la villa?

martes, 4 de octubre de 2016

Quila Quina

Voy a empezar a contarles del viaje con post sobre la villa de Quila Quina. No voy en orden cronológico tal cual visitamos los diferentes sitios, ya que aquí fuimos al quinto día de las vacaciones. Sin embargo, comienzo por este relato.

Muelle de Quila Quina. Nubarrones a la distancia y mucho viento.
Esta zona queda a 18 km de San Martin de los Andes. Estas tierras son de la comunidad mapuche Churruhuinca, y queda sobre la margen sur del lago Lacar.  Se puede llegar en barco o en un corto recorrido en auto. El primer medio es el que había usado la primera vez que fui al lugar, el cual fue algo desafortunado por la intensa lluvia de ese día. Esta vez fuimos en auto de alquiler y no llovía pero las temperaturas eran muy bajas y había un viento constante, motivo por lo que tampoco pudimos ver gran cosa del lugar. Sin embargo la visita fue un poco más completa que la vez anterior.

Para llegar allí se toma un camino de montaña con numerosas curvas. Es de ripio por lo que hay que ir despacio, y tiene una vista preciosa. Se atraviesa un bosque de robles y se van divisando las casas de los pobladores. Hay una linda vista del lago y también del cordón montañoso.

El cielo estaba de lo mas encapotado, lleno de nubes amenazantes
Como no estábamos en temporada de verano prácticamente no había nadie por ahí dando vueltas. De hecho se encontraban cerrados todos los puestitos de artesanías y de comidas por los que pasamos.

Una de las playitas. El lago tenía olas debido al viento fuerte.
Playa de Quila Quina.
Las playitas también estaban desiertas puesto que el viento y el frío no eran de lo más amigables. Teníamos intenciones de hacer un pequeño picnic por ahí, pero desistimos enseguida dadas las condiciones meteorológicas.

Tal vez algún año pueda venir con mejor clima y disfrutar en serio de todo lo que el sitio ofrece. Mientras tanto me quedé con unas bonitas vistas y un corto pero pintoresco recorrido con el lugar.

Vista desde el camino, a nuestro regreso
¿Han ido alguna vez?